No se me olvidará nunca aquellas sensaciones vividas en mi primer camino, el Camino del Norte, cuando sin saber cómo ni porqué nos encontramos dentro de aquella diminuta iglesia, con trazas románicas de aquellos pueblitos nada más salir de Santander, y es que alumnos del conservatorio usaban el piano de dichas iglesias para sus prácticas, e inmersos en "aquella música celestial" nos encontramos nosotros. Esos instantes, recién bajados de la bici, sudorosos, de relax en el banco de madera, frente al altar mayor, rodeados de la música del piano, no tiene precio.
Hablando de sonidos, recuerdo también el subidón que tuve en la abandonada capilla del monasterio de Sobrado dos Monxes, en donde "mi gregoriano sonábame a música celestial".
Y por último, la impresionante vez, recién llegado a Santiago, no puedo precisar en qué camino, al ir a visitar al Santo, nos topamos de lleno con una misa en la que sonaba el órgano de la catedral en todo su esplendor. Fué algo inenarrable, quedarse pegadito a la pared, totalmente aturdido por aquel sonido que parecía caer literalmente desbordante desde el cielo.
Esa es mi música del camino, y ahora viene la propuesta de más formal.
Aquí os dejo algunos sonidos que nos recuerdan el camino, aunque sigo pensando que los mejores sonidos son los vividos personalmente, esos que nunca se olvidan.
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