Santiago de Compostela es la meta del Camino, y por ello, bien vale la pena tener el tiempo previsto para su disfrute total.
Si bien, al menos para muchos, lo importante del Camino no es llegar al destino, sino saborearlo al segundo en todo su recorrido, no el menos cierto tampoco que llegar a Santiago es toda una recompensa, un lugar mítico y añorado que hace liberar lagrimitas al peregrino más duro y avezado.
Cuando se llega a Santiago se sienten sensaciones difíciles de explicar con palabras y es que contar lo que siente el alma es algo complicado y solamente al alcance de los más privilegiados.Pues eso, llegar al Obradoiro, mirar a la fachada, recorrer con la mirada a tus compañeros de Camino, es sinónimo de abrazo, de lágrimas en los ojos y nudo en la garganta. Sentimientos a flor de piel, alegría por haber llegado y pena por haber terminado.
Solamente y a partir de ese instante, ya estás pensando en volver, la pura realidad.
Santiago de Compostela
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