Hoy me ha llegado a través del Boletín 214 de Mundicamino esta historia de "Neo", el primer perregrino (perro-peregrino) y enseguida me he dado cuenta de que debía tener un sitio en mi blog, para como digo yo tenerla a mano y que no caiga en el olvido.
Pues aquí la tenéis y estoy seguro de que a los amantes de hacer caminos le gustará conocerla, saborearla.
Neo está acostumbrado a sortear grandes obstáculos en la vida. Cuando nació, el criador de border colliesplaneaba sacrificarlo porque, a diferencia de sus hermanos, había venido al mundo con una mancha clara en el iris derecho; un pecado imperdonable en una camada de tan exquisito pedigrí. Si el cachorro no alcanzaba la perfección, no se cotizaría como el resto y no valdría la pena sacarlo adelante. Pero ese defecto que subrayaba y hacía única su inteligente mirada marrón fue una suerte para Neo,porque Mari Carmen Astigarraga acabó cruzándose en su camino y lo adoptó. Ahora, con cinco años cumplidos, este animal espléndido, negro y blanco, con instinto de buen pastor, se ha convertido en el primero que obtiene laPerregrina, el título canino que acredita haber completado cualquier ruta jacobea y que expide, sin la bendición eclesial, la Asociación Protectora de Animales del Camino.
El colectivo lleva unos dos años salvando canes, gatos o incluso burros de entre el millar de animales abandonados, perdidos, maltratados,
sobre los que anualmente tiene noticia en los tramos gallegos que
desembocan en Santiago. Pero nada había atraído tantas miradas sobre su
causa como el can que abrió la puerta a todos los futurosperregrinos. El viernes antes de Semana Santa, Apaca entregó a Neo
ese diploma equivalente al que en el mundo de los humanos se llama
Compostela y expide la Oficina del Peregrino a todo el que acredite que
ha caminado al menos 100 kilómetros, o pedaleado 200, por una de las rutas históricas.
Para demostrar su tránsito por el Camino, las personas portan una
credencial desplegable y con casillas que van sellando en las etapas. A
cambio de un donativo de tres euros, Apaca también se encarga desde
finales del año pasado de enviar este pasaporte peregrino a todo aquel
que planee echarse a andar con su animal de compañía. Además, informa de
los alojamientos que admiten animales a lo largo de la senda; de
momento todos privados, porque los albergues públicos niegan esa
posibilidad a pesar de la demanda. La noticia del primer can con Perregrina ha llegado tan lejos que, según cuenta su portavoz, Raquel Freiría, en una semana Apaca ha tenido que atender demandas “de Italia, Bélgica o Alemania”, caminantes que contra viento y marea han decidido aventurarse en el Camino de Santiago con sus más fieles amigos.
Los animales han acompañado a los
caminantes jacobeos desde la Edad Media. Antes de hacer pública su
iniciativa, la protectora que nació en el municipio coruñés de Arzúa y
ahora tiene sede al final del Camino Francés, en la rúa Fontiñas de Santiago, entabló sin éxito contacto con la Iglesia compostelana, responsable de otorgar los certificados jacobeos. La Perregrinano ha logrado ser un documento oficial, pero ni Apaca ni la propietaria de Neovan a dejar de intentarlo. Ahora que el perro y su humana han regresado a casa enAretxabaleta (Gipuzkoa), Mari Carmen Astigarraga se ha hecho con “la dirección del papa Francisco”,
y le va a enviar una carta reclamando algún reconocimiento al esfuerzo
de los animales que andan el Camino de las flechas amarillas.
El día después de obtener en Apaca la versión canina de la Compostela porcaminar desde Sarria (Lugo), Astigarraga se presentó con Neo en la Oficina del Peregrino
para pedir el certificado oficial: “Todos los voluntarios que trabajan
tras el mostrador salieron a acariciarlo”. “Habrá que preguntarle al
encargado”, relata la caminante que propuso una trabajadora. Entonces,
el responsable llegó y “empezó a poner excusas”, cuenta. “Me comentó que
no se había hecho nunca, y le respondí que alguna vez tendría que ser
la primera”, explica.
“Después me dijo que es que un perro no
decide por su cuenta hacer el Camino, y yo le contesté que antes de
empezar había hablado con Neo y él me había dicho que sí”.
Además, tampoco los niños pequeños que peregrinan con sus padres
“deciden”. Mari Carmen Astigarraga marchó decepcionada del local: “¿Al
rey emérito, sin dar un paso, le han dado la credencial y a mi perro no?”, reprochó al encargado de la oficina. Y antes de desaparecer con Neo le advirtió: “Llegaré a la instancia superior”. Por “instancia superior”,
la peregrina vasca se refería al Papa que eligió para sí el nombre de
aquel santo que llamaba “hermanas” a todas las criaturas.
El día que Neo y Astigarraga amanecieron en Arzúa,
antes de emprender la siguiente etapa trataron de entrar en algún bar
para desayunar. Según ella, en ningún lugar permitieron el acceso al
border collie. Tanto la protectora que opera en el Camino de Santiago
como la peregrina creen que, tras Neo, vendrán muchos más
perros con credencial y los negocios de hostelería “cambiarán de
mentalidad”, verán en ellos “un nuevo mercado”. “Los albergues públicos,
gestionados por Ayuntamientos y por la Xunta, no responden a esta
demanda creciente, y esto penaliza económicamente al que decide
peregrinar con su animal de compañía”, lamenta Raquel Freiría, “porque
solo pueden pernoctar en establecimientos privados”. “Pero la sociedad
está cambiando”, advierte la defensora de los animales:
“Hay ya más perros que jóvenes menores de 20 años, y muchas personas no
tienen hijos, pero deciden compartir su vida con una mascota que es su
familia”. La credencial, puntualiza, no fue idea de Apaca, sino
sugerencia de un grupo de peregrinos relacionados con el refugio de
animales de Plasencia.
La Protectora del Camino pelea con las Administraciones para sacar adelante un refugio en el tramo del Camino Francés
en A Coruña, donde no existe ninguno, que dé cobijo a los animales
rescatados en las rutas jacobeas. Ahora recurren a pisos de acogida y
logran techo y cuidados para una media de “entre 130 perros” al año.
Hasta Santiago llegan muchos animales que en alguna etapa, dentro o
fuera de Galicia, “se echan a andar detrás de algún peregrino” que les ha dado comida y caricias.
El colectivo pide a los caminantes que no se dejen seguir porque esto
puebla de animales desorientados los itinerarios históricos. “Muchos
acaban llegando a nosotros con alguna pata que hay que amputar, muertos de hambre, heridos, enfermos, exhaustos,
y ya nada podemos hacer por salvarlos. Otros encuentran alguien que los
adopta. Y solo en uno de cada 20 casos localizamos a los dueños, entre
otras cosas porque en las aldeas el 75% de los perros no llevan
microchip”, asegura Freiría.
“Entre las 300.000 personas que recorren anualmente
el Camino hay gente de todo tipo”, explica esta portavoz. Peregrinos
extranjeros que llegan “espantados” de ver cómo malviven muchos animales
a lo largo de los Caminos en España; caminantes que en plena ruta
abandonan y otros que empiezan solos y acaban, después de tantos
kilómetros compartidos, con un compañero de por vida.
Al final de cada etapa, la humana que caminaba con Neo
pedía “una manta o una toalla vieja” para improvisarle una cama. Y el
can caía rendido hasta la mañana siguiente. Ahora, en casa, parece que
su cuerpo “le pide más paseos”. Aunque no logró la Compostela oficial,
varios curas en el Camino le dejaron entrar en sus parroquias, le
pusieron el sello y, “en una ocasión, hasta lo rociaron con agua
bendita”. En Santiago, Astigarraga se empeñó en colarlo en la catedral. “Los turistas se liaron a hacerle fotos”, pero la osadía no duró mucho. “Enseguida llegó un agente de seguridad“.
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