Llega el buen tiempo y los caminos a Santiago de Compostela se llenan de peregrinos. Para muchos, el camino de Santiago es uno de esos viajes míticos en bicicleta que van quedando pospuestos por falta de tiempo, por pensar que será demasiado duro, porque nuestra bicicleta es cutre o por cualquier otra excusa. En este artículo nos proponemos desmontar estos y otros mitos.
Hay que estar cuadrado.
Sin desmerecer el esfuerzo que supone la ruta, si no eres una persona sedentaria y te gusta andar en bicicleta un par de horas o tres a la semana, puedes afrontar con éxito el camino. Eso sí, nadie te librará de las agujetas y dolor en el innombrable fin de la espalda.
Para disfrutar el camino de Santiago, hay que grabarse a fuego un consejo en mayúsculas, subrayado y en negrita: ¡ESTO NO ES UNA CARRERA, MUCHACHO!
Si quieres, te paras. Tienes tooodo el día para hacer una etapa de entre 50 y 70 kilómetros, por lo que con tres o cinco horas de pedalear, habrás cumplido. Y un secreto para tu éxito: si no puedes con el alto del camino ¡pie a tierra! No pasa nada por empujar un rato la bici.
No tengo días suficientes.
El camino no es exclusivamente desde Roncesvalles o desde Somport. Puedes hacer las etapas que quieras. Si no tienes 15 días para hacerlo desde los puntos de salida habituales, sal más adelante o para antes. Todo el camino tiene mucho sabor -y siempre puedes comenzar donde lo hayas dejado el verano próximo-.
Necesito una súper bici.
Otro error habitual y excusa simplona. En bicicletas, a más dinero invertido, más confort, pero con un mínimo todas te llevarán para abrazar al santo. En el camino no es nada raro ver bicicletas de todo tipo: sin suspensión, de acero de barco, de paseo y claro, si, también alguna acojo-bici. Lo importante, si no quieres amargarte el viaje, es llevar tu bici a un taller de confianza antes de salir, donde le den un buen apretón de tuercas y engrasado.
Fundamental y evidente: llévate bien con tu sillín, dómalo, cortéjalo y sobre todo pruébalo antes de salir.
Tengo que llevar mil herramientas.
En bicicleta, la solidaridad funciona como amiguete. Si no tienes ni idea de mecánica, para qué vas a llevar herramientas. Además, siempre encontrarás gente que te ayude en momentos de apuro. El camino está plagado de tiendas de para ayudarte en cualquier avería grave. Claro que hay algunos imprescindibles, que veremos un poco más abajo.
Hay que llevar la casa a cuestas.
Esto probablemente es lo más discutible. El novato siempre irá sobrecargado, así que mi consejo fundamental es: lleva alforjas pequeñas. Todos pecamos en nuestra primera ruta del terrible síndrome del porsiaca. Porsiacaso me llevo una camiseta más, porsiacaso me llevo una tienda, porsiaca una tele en color…
En el camino, se ve de todo. Desde el que lleva alforjas traseras, alforjas delanteras, una mochila y un carro a remolque, hasta el que lleva como todo equipaje una camiseta y unas alpargatas en la bolsa del manillar.
El término medio, donde está la virtud, son unas alforjas de 30, o como mucho, 40 litros de capacidad. Insisto: el camino está lleno de tiendas y lo que no quepa aquí, es que no hacía tanta falta.
Otra opción es recurrir a un coche escoba o a los servicios de transporte de maletas y mochilas, que en muchos pueblos ya existen. Tú irás de paseo y a la llegada estarán tus cosas esperándote.
Hay que ir disfrazado de romano.
Lo fundamental es llevar un buen pantalón de ciclista o culotte. Aquí amigo, no valen ahorros, vamos a pasar muchas horas en la bicicleta y las diferencias son abismales. También puede ser interesante unas zapatillas de ciclista con calas, pero de las que nos permitan caminar con comodidad en caso de tener que empujar la bici algún puerto, aunque no son fundamentales.
Hay que llevar una buena guía.
Si eres un incorruptible fan del libro en papel, verdadero, pero si no, todo está en internet. Siempre puedes comprarla en formato epub y llevarla en el móvil -así no cargarás con ella-. Eso sí, lleva un cargador o batería extra. De todas maneras, es difícil perderse en el camino, sobre todo en el francés -hay mucha señalización, muchos peregrinos y en todos los pueblos saben por dónde es-.
Hay que llevar utensilios de cocina.
Dependerá de tu presupuesto. Si no te importa comer de bocata durante unos días o tirar de menú de peregrino, es un peso extra que no te hace falta. Pero si tu presupuesto es ultra low cost, deberás llevar por lo menos una taza de camping y un infiernillo para tus famosos espaguetis con atún de lata.
Hay que ir acompañado.
El camino no es sólo una aventura deportiva y mucha gente opta por hacerla en solitario. Muy pronto encontrarás otros peregrinos que van a tu ritmo y con quien charlar de cualquier cosa.
Hay que ir a los albergues.
El camino nos ofrece mucha oferta para pernoctar, para comer… Camino y sufrimiento no son sinónimos.
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Información obtenida en Mundicamino Boletín 121>>>
Sin desmerecer el esfuerzo que supone la ruta, si no eres una persona sedentaria y te gusta andar en bicicleta un par de horas o tres a la semana, puedes afrontar con éxito el camino. Eso sí, nadie te librará de las agujetas y dolor en el innombrable fin de la espalda.
Para disfrutar el camino de Santiago, hay que grabarse a fuego un consejo en mayúsculas, subrayado y en negrita: ¡ESTO NO ES UNA CARRERA, MUCHACHO!
Si quieres, te paras. Tienes tooodo el día para hacer una etapa de entre 50 y 70 kilómetros, por lo que con tres o cinco horas de pedalear, habrás cumplido. Y un secreto para tu éxito: si no puedes con el alto del camino ¡pie a tierra! No pasa nada por empujar un rato la bici.
No tengo días suficientes.
El camino no es exclusivamente desde Roncesvalles o desde Somport. Puedes hacer las etapas que quieras. Si no tienes 15 días para hacerlo desde los puntos de salida habituales, sal más adelante o para antes. Todo el camino tiene mucho sabor -y siempre puedes comenzar donde lo hayas dejado el verano próximo-.
Necesito una súper bici.
Otro error habitual y excusa simplona. En bicicletas, a más dinero invertido, más confort, pero con un mínimo todas te llevarán para abrazar al santo. En el camino no es nada raro ver bicicletas de todo tipo: sin suspensión, de acero de barco, de paseo y claro, si, también alguna acojo-bici. Lo importante, si no quieres amargarte el viaje, es llevar tu bici a un taller de confianza antes de salir, donde le den un buen apretón de tuercas y engrasado.
Fundamental y evidente: llévate bien con tu sillín, dómalo, cortéjalo y sobre todo pruébalo antes de salir.
Tengo que llevar mil herramientas.
En bicicleta, la solidaridad funciona como amiguete. Si no tienes ni idea de mecánica, para qué vas a llevar herramientas. Además, siempre encontrarás gente que te ayude en momentos de apuro. El camino está plagado de tiendas de para ayudarte en cualquier avería grave. Claro que hay algunos imprescindibles, que veremos un poco más abajo.
Hay que llevar la casa a cuestas.
Esto probablemente es lo más discutible. El novato siempre irá sobrecargado, así que mi consejo fundamental es: lleva alforjas pequeñas. Todos pecamos en nuestra primera ruta del terrible síndrome del porsiaca. Porsiacaso me llevo una camiseta más, porsiacaso me llevo una tienda, porsiaca una tele en color…
En el camino, se ve de todo. Desde el que lleva alforjas traseras, alforjas delanteras, una mochila y un carro a remolque, hasta el que lleva como todo equipaje una camiseta y unas alpargatas en la bolsa del manillar.
El término medio, donde está la virtud, son unas alforjas de 30, o como mucho, 40 litros de capacidad. Insisto: el camino está lleno de tiendas y lo que no quepa aquí, es que no hacía tanta falta.
Otra opción es recurrir a un coche escoba o a los servicios de transporte de maletas y mochilas, que en muchos pueblos ya existen. Tú irás de paseo y a la llegada estarán tus cosas esperándote.
Hay que ir disfrazado de romano.
Lo fundamental es llevar un buen pantalón de ciclista o culotte. Aquí amigo, no valen ahorros, vamos a pasar muchas horas en la bicicleta y las diferencias son abismales. También puede ser interesante unas zapatillas de ciclista con calas, pero de las que nos permitan caminar con comodidad en caso de tener que empujar la bici algún puerto, aunque no son fundamentales.
Hay que llevar una buena guía.
Si eres un incorruptible fan del libro en papel, verdadero, pero si no, todo está en internet. Siempre puedes comprarla en formato epub y llevarla en el móvil -así no cargarás con ella-. Eso sí, lleva un cargador o batería extra. De todas maneras, es difícil perderse en el camino, sobre todo en el francés -hay mucha señalización, muchos peregrinos y en todos los pueblos saben por dónde es-.
Hay que llevar utensilios de cocina.
Dependerá de tu presupuesto. Si no te importa comer de bocata durante unos días o tirar de menú de peregrino, es un peso extra que no te hace falta. Pero si tu presupuesto es ultra low cost, deberás llevar por lo menos una taza de camping y un infiernillo para tus famosos espaguetis con atún de lata.
Hay que ir acompañado.
El camino no es sólo una aventura deportiva y mucha gente opta por hacerla en solitario. Muy pronto encontrarás otros peregrinos que van a tu ritmo y con quien charlar de cualquier cosa.
Hay que ir a los albergues.
El camino nos ofrece mucha oferta para pernoctar, para comer… Camino y sufrimiento no son sinónimos.
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Información obtenida en Mundicamino Boletín 121>>>
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